1ª Lectura: Amós 8,4-7
Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables,
diciendo: “¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado,
para ofrecer el grano?”. Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis
balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de
sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de
Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.
*** *** *** ***
La
palabra profética de Amos denuncia, sin paliativos, el progreso económico del
reino del Norte, amasado con la ambición de los ricos y la hipoteca de los
derechos de los pobres. Profeta de la justicia, Amós encarna la voz de Dios que
escucha el clamor del oprimido y denuncia las perversiones del poder.
2ª Lectura. I Timoteo 2,1-8
Querido hermano:
Te
ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones
de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan
cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad
y decoro. Eso es bueno y grato a los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere
que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues
Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre
Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: este es el testimonio en el
tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol -digo la
verdad, no miento-, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los
hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y
divisiones.
*** *** *** ***
El
autor de la Carta exhorta a desactivar cualquier argumento que puede
identificar a los cristianos como anti-sistema y que, en consecuencia, les
convierta en objetos de persecución. La oración por los gobernantes, con todo,
no es solo una estrategia sino una buena obra, para que estos gestionen desde
el respeto la cosa publica. El acento del texto recae en la afirmación de la
voluntad salvadora de Dios, y en la presentación de Cristo como el único
mediador de la salvación. El título de “maestro de los gentiles” aplicado a
Pablo arranca de este texto.
Evangelio: Lucas 16, 1-13
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Un hombre rico tenía un
administrador, y le llegó la noticia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo
llamó y le dijo: `¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu
gestión, porque quedas despedido´. El administrador se puso a echar sus
cálculos: `¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no
tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya se lo que voy a hacer para que,
cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa´.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: `¿Cuánto
debe a mi amo?´. Éste respondió: `Cien barriles de aceite´. Él le dijo: `Aquí
está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta´. Luego dijo a otro: `Y
tú, ¿cuánto debes?´. Él contestó: `Cien fanegas de trigo´. Le dijo: `Aquí esta
tu recibo, escribe ochenta´. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la
astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y
yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os
reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo
importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo
importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os
confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro,
quien os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos; porque, o bien
aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso
del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.
*** *** *** ***
El
fragmento seleccionado consta de dos partes: 1) la parábola sobre el
administrador astuto y 2) una serie de
advertencias sobre la confianza, la fidelidad y el dinero.
1)
La parábola es exclusiva del Evangelio de san Lucas y, con ella, Jesús invita a
los discípulos a saber gestionar con habilidad las situaciones complicadas. No
alaba las malas artes del administrador sino su capacidad para sobreponerse a
la situación adversa que tiene enfrente. La conclusión del v 8 ofrece la clave
interpretativa; pero desde ahí denuncia el “pasivismo” frente a los retos que hay que asumir por el
Reino de Dios.
2)
En las “advertencias” se subrayan varios temas: a) la importancia de convertir
en “instrumentos” de salvación incluso las realidades aparentemente más
adversas (v 9). El calificativo de “injustas” dado a las riquezas puede
obedecer no solo a que puedan ser adquiridas injustamente, sino a que toda
propiedad “discriminante” en los derechos es una injusticia. b) La fidelidad se manifiesta en el cuidado
de los detalles (vv 10-12) y c) la incompatibilidad entre Dios y el Dinero.
Temas muy queridos en la enseñanza de Jesús.
REFLEXIÓN PASTORAL
El Evangelio es palabra de esperanza y
salvación. Pero es también luz a la que no debemos sustraer nuestras
vidas. Todos nosotros nos confesamos cristianos,
pero no podemos contentarnos con la exterioridad de esa denominación. Hemos de
ir al fondo y examinar qué acogida damos en nosotros al mensaje de salvación;
qué espacio real damos a la fe en nuestra vida; hasta qué punto esa fe que
profesamos es capaz de transformar nuestra persona.
Jesús nos quiso responsables y
profundos, por eso no dudó en ser claro y exigente. No vivió preocupado porque
le siguieran muchos, sino porque el seguimiento fuera auténtico. Y es que
existen dos modos fundamentales de interpretar la vida: siguiendo a Cristo, o
de espaldas a Él. “Quien no está conmigo,
está contra mí” (Lc 11,23); y clarifica aún más el sentido de ese “estar
con” - “estar contra”: “No podéis servir
a Dios y al dinero”. No podéis convertir a Dios en dinero y al dinero en
dios; no podéis convertir los medios en fines...
Sí; el ídolo, el falso dios más peligroso
es el dinero, no por sí mismo sino por todo lo que significa de autosuficiencia
(al tenerlo), injusticia (por obtenerlo) y desesperación (por no tenerlo). Por eso S. Pablo afirmaba que la avaricia es
una forma de idolatría (Col 3,5). ¡Qué difícil resulta a un rico salvarse! (Lc
18,24) ¡A los que depositan su confianza
en las riquezas! “¡Bienaventurados los pobres!” (Lc 6,20)
Escuchar estas palabras de Jesús en unos
tiempos como los nuestros, en una sociedad montada y organizada sobre el poder
del dinero, resulta chocante. ¿Por qué
esta actitud tan tajante de Jesús?
Porque la riqueza engendra
autosuficiencia; es el terreno lleno de maleza en el que la semilla de la
Palabra de Dios no puede crecer, asfixiada por las preocupaciones y las ambiciones...
Porque cree que el Reino de los cielos
es una mercancía más a su alcance... Porque coloca al hombre en una situación
peligrosa: la de instrumentalizar a los más débiles, convirtiéndolos en peldaños de su escalada... Porque produce
la desesperación en el necesitado... Porque rompe la comunicación necesaria que
debe existir entre los que llaman a Dios Padre.
Por supuesto que nosotros creemos en el
Dios con mayúscula, teóricamente. Pero, seamos sinceros: ¿cuántos sacrificios
nos imponemos para elevar nuestro nivel económico? y ¿cuántos nos imponemos
para vivir coherentemente nuestra fe? ¿Qué supeditamos a qué? ¿Somos tan
creativos y sagaces para conseguir los bienes imperecederos como para los
perecederos y caducos?
Constantemente somos llamados a la
conversión; y somos llamados todos: “El que se cree seguro
que mire, no caiga” (I Co 12,10). Si escuchamos hoy la llamada de Dios, no
nos hagamos sordos; y pidámosle la fuerza para no dividir nuestro corazón, sino
que siempre sirvamos y amemos al único Señor con todo el corazón, con toda el
alma, con toda la vida, porque así nos ha servido y amado él en Jesucristo.
“Corazones partidos yo no los quiero, que cuando doy el mío lo doy entero”.
REFLEXIÓN
PERSONAL
.- ¿Por qué
apuesto en la vida, por “tener” o por “ser”?
.- ¿Sé
reconocer el brillo de lo pequeño?
.- ¿Acojo con
solidaridad el clamor del pobre?
DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap
No hay comentarios:
Publicar un comentario