1ª Lectura:
Isaías 53,10-11
El Señor quiso triturarlo con el
sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia,
prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa
de los trabajos de su alma, verá y se hartará, con lo aprendido mi Siervo
justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
*** *** ***
El texto, tomado del cuarto canto del
Siervo, puede leerse como una “profecía” del “siervo Jesús”. Tras una
existencia aparentemente frustrada, el Siervo justificará a muchos (cf. Mc
10,45). No será una existencia estéril. Los planes de Dios no son siempre de
fácil lectura, pero tienen su clave de lectura.
2ª Lectura:
Hebreos 4,14-16
Hermanos:
Mantengamos la confesión de la fe, ya que
tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de
Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras
debilidades, sino que ha sido probado en todo como nosotros, menos en el
pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
*** *** ***
Cristo, sumo sacerdote, es nuestra avanzadilla en el cielo, y allí se ha convertido en intercesor permanente. Sus
heridas no solo nos han curado (1 Pe 2,24), sino que son memoria viva ante el
Padre. Es de los nuestros, nos conoce. Ahí radica la esperanza del cristiano.
La existencia de Jesús es pro-existencial: lo fue en su vida terrena y lo sigue
siendo en el cielo.
Evangelio:
Marcos 10,35-45
En aquel tiempo se acercaron a Jesús los
hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo
que te vamos a pedir.
Les preguntó: ¿Qué queréis que haga por
vosotros?
Contestaron: Concédenos sentarnos en tu
gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó: No sabéis lo que pedís,
¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el
bautismo con que yo me voy a bautizar?
Contestaron: Lo somos.
Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a beber
lo beberéis, y os bautizarñeis con el bautismo con que yo me voy a bautizar,
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está
ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se
indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que
los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los
grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea
vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el
Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida
en rescate por todos.
*** *** ***
A continuación del tercer anuncio de la Pasión , este relato pone,
una vez más, en evidencia la "resistencia" de los discípulos para
comprender (cf 8,32ss; 9, 32ss). La sección consta de dos partes: vv 35-40 y
42-45. Contemplando los paralelos sinópticos se advierten algunas
peculiaridades. Mt pone la petición en labios de la madre (20, 20-21) y elimina
la mención del bautismo. Lc, que no transmite la primera parte, la segunda (vv
42-45) la sitúa en un contexto diferente: en el de la institución de la
eucaristía, inmediatamente después de su narración (Lc 22, 24-27). La respuesta
de Jesús se articula en dos momentos: haciéndoles caer en la cuenta de que no
conocen el alcance último de su petición, y realizando la contraoferta. El v. 41 sirve de tránsito para la segunda
parte, y también de radiografía de la "calidad" humana del grupo.
Jesús, partiendo de una constatación de hecho: el modo como se ejerce el poder
político, presenta un estilo alternativo, articulado en tres proverbios o
sentencias (los destinatarios del evangelio de Mc han conocido el despotismo de
Nerón). La alternativa cristiana es de otro estilo. Y está fundamentada e
inspirada en el ejemplo del Maestro. La expresión "por muchos" (cf. 14,24) puede entenderse en un sentido circunscrito, aunque indeterminado, o
universal -por todos-; el testimonio de 1 Tim 2,6 lo confirma. La alusión a la
muerte expiatoria tiene como transfondo a Is 53, 10-12, aunque la de Jesús
presenta elementos del todo singulares. La petición de los Zebedeos sirve para
conocer la propuesta de Jesús: participar en su destino (cáliz y bautismo), y
el estilo de una comunidad cristiana: el servicio. Jesús es alternativo a los
sistemas imperantes; no es solo contrario -no es un NO-, sino distinto -es un
SÍ-, una propuesta renovadora.
REFLEXIÓN
PASTORAL
La escena evangélica protagonizada por los
hijos del Zebedeo da lugar a interpretaciones diametralmente opuestas.
La mayor parte de los comentaristas
atribuyen esta actitud a una ambición desenfrenada, a deseo de supremacía...
Otros, por el contrario (los menos), asumen la defensa de los acusados, considerando
el conjunto de la escena como expresión de amistad y del deseo de los dos
hermanos de acompañar a Jesús a lo largo de su camino, de estar a las duras y a
las maduras... Pero permanece el hecho de que el episodio, a no ser que se
recurra a simplificaciones apresuradas, presenta aspectos desconcertantes. El
evangelista Lucas lo ignora, y san Mateo se lo endosa a la madre. El relato de
Marcos tiene todos los visos de corresponder a la realidad.
Se puede sostener, adoptando una solución
intermedia, que la petición de Santiago y Juan no parece ni descaradamente
egoísta, ni totalmente desinteresada. Una mezcla de entusiasmo y cálculo. Un
fondo de generosidad, en el que se insinúa una pizca de vanagloria. Una
disponibilidad al riesgo, pero con alguna garantía. En una palabra, ingenuidad
y picardía...
Jesús no les reprende; se limita a
"purificar" su visión y su pretensión. Sin embargo los compañeros
interpretaron desfavorablemente la postura de los hermanos. Se sienten
ofendidos por el atrevimiento de los dos colegas; piensan que eso puede atentar
contra la estabilidad del grupo. En realidad los "diez" alimentaban
las mismas pretensiones. Poco antes, Jesús, sorprendido del “ruido” que
percibió en el grupo camino de Cafarnaún, había preguntado a los Doce: "¿De qué discutíais por el camino"?,
y no contestaron, porque por el camino habían discutido sobre quien sería el
más importante (Mc 9,33-34).
"No
sabéis lo que pedís", les responde Jesús, y les hace la única oferta
posible para quien de verdad busca su cercanía: "el cáliz". El no es un seguro de éxito humano, sino un reto y
un riesgo.
Y al resto del grupo les aclara el
verdadero estilo, alternativo, que ha venido a instaurar: "Sabéis que los que son reconocidos como
jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen. Vosotros nada de
eso: el que quiera ser grande que sea vuestro servidor, y el que quiera ser
primero que sea esclavo de todos". No se trata de demandar puestos a
la derecha o a la izquierda; el puesto que recomienda Jesús es el que adoptó
él, lavando los pies de los discípulos (Jn 13,1-14). ¡Más claro! Y es que Jesús
diseña una tipología alternativa, revalidando lo menor y a los menores. Y lo
hace conscientemente, sabiendo que, procediendo así, desconcertaba y desestabilizaba
no solo el sistema socio-religioso de su tiempo, sino a los propios discípulos.
Tanto la primera lectura, como la segunda,
subrayan también el aspecto del servicio del enviado de Dios: entrega personal
de la vida, entrega exhaustiva, en vertiente profética (primera lectura) y en
vertiente sacerdotal (segunda lectura). Se trata de un servicio no ritual, sino
existencial, hasta el agotamiento. Y. muchas veces, un servicio silencioso, sin
publicidad, sin cámaras… Porque hay quienes están dispuestos a servir, pero
desde la presidencia, desde la dirección… ¿Seremos capaces de esto?
Estas palabras de Jesús suponen una llamada
de atención a una Iglesia permanentemente tentada de confundir la “presencia”
con la “presidencia”, de servir desde el poder, confundiendo el poder servir
con el servicio del y desde el poder.
La Iglesia, la comunidad de los creyentes
en Cristo, solo será útil y significativa para los hombres y sobre todo fiel a
su fundador, en la medida que sea alternativa; en la medida en que rompa la
lógica de lo mundano. "No sea así
entre vosotros” (Mc 10,43).
Cuando se dedique a copiar estructuras
administrativas de pervivencia... Cuando en ella surja la impresión de la
existencia de dominados y dominadores... Cuando la burocracia sofoque, ahogue a
la gracia... Cuando aparezcan estas señales de alerta, abrir otra vez esta página de san Marcos.
Jesús no está en contra de que haya
dirigentes en la Iglesia. El nombró a Pedro y los Apóstoles. Pero está en
contra del modo mundano de ejercer la jefatura. La Iglesia no ha de ser una
comunidad desprovista de autoridad, entendida esta como disponibilidad al
servicio, a semejanza de “el Hijo del
hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en
rescate por muchos" (Mc 10,45). Y “
no está el discípulo sobre su Maestro" (Lc 6,40).
REFLEXIÓN
PERSONAL
.- Cómo
cristiano, ¿a qué aspiro en la vida?
.- ¿Qué
privilegio: el servicio o el autoservicio?
.- ¿Mi comunión
con Cristo es real o ritual?
DOMINGO
J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.
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